Carlos Garrachón Arias

AVAC

 

Mi amigo Fernando, allá por el mes de abril-mayo cuando se dirige al “tajo” en su agricultura, pone gran atención en el parabrisas de su coche para ver cuantos insectos se estrellan en el parabrisas. La constatación de ese masivo sacrificio animal involuntario contra el cristal de su coche le lleva a tomar la decisión de hacer un tratamiento autorizado con insecticidas en sus campos de cereal, antes de que los bichos desoven dentro de las cañas del cereal ya ahijadas e hirsutas. Los insectos, que tratan de pasar por simples mosquitos inadvertidos, no saben que su accidente contra el hombre y su vehículo le va a delatar, teniendo consecuencias devastadoras para su especie, al menos en esa campaña.

En otros lugares del planeta este problema albergaría alguna alternativa más, en aras de encontrar su solución, haciendo si acaso, la cascara de los cereales amarga o letal cuando es mordida para por las hembras, si pudiéramos disponer de más soluciones OGM …

Últimamente, y según el telediario de la tarde, el corazón de un cerdo ha liberado a un paciente de su lista de espera en la que aguardaba, junto a cientos de personas, cual preso en corredor de muerte, para conseguir que apareciese un donante adecuado para su caso. El cerdo es muy parecido al hombre en sus órganos, los cuales, después de ser tratados con técnicas OGM anti-rechazo, son aptos para latir de nuevo en el cuerpo de un ser humano por un tiempo no definido. Esto podría generalizarse.

El ser humano tiende a pedir prestado a los animales muchas cosas cuando se multiplica o sus necesidades se multiplican; les pide su vida o sus productos. Es una costumbre que tiene desde que bajó de los arboles y se hizo “Homo Erectus”. Ya en la selva las otras especies se agredían para sobrevivir comiéndose unas a otras.

La posibilidad de ir a pie, le facilitó el trascender desde una dieta vegetariana a otra mas contumaz en proteína que le proyectara hacia un nivel de destrezas superior dotándole de mas energía, haciéndose mas vago posteriormente criando ganado en casa y haciendo agricultura, porque estaba muy cansado de salir a buscar caza.

Como quiera que este que escribe y sus lectores pertenecemos a la especie dominante en el planeta, dejando aparte a los seres que no vemos con la mirada, la demanda de proteína es cada vez superior y puede ser que algún día, la que hay ahora disponible sea insuficiente. Se quiere proteína abundante y barata. Se aprecia, no obstante, la proteína rica en sabor y textura, pagándose por ello un valor añadido que para algunos no es justificable, si para otros.

Fernando es fuerte, joven, cabeza de familia y socio de AVAC. Descendiente de labradores se formó en la escuela superior de ingenieros agrónomos para dedicarse fuerte a la nueva agricultura, arando menos y haciendo A.C. Seguirá controlando en primavera la limpieza de su luna sin perder ojo a la carretera, que es una forma de hacer dos trabajos en uno, con la convicción de que esta es y será una cuestión de vida o muerte entre los Céfidos y él.

Habrá un día, para todo hay un día cuando hay esperanza, en que tengamos proteína sin animales y cultivos sin plagas ni genocidios animales a nivel de parcela, en el que cualquier bolsillo encontrará su medida alimentaria, mientas tanto seguiremos en esta eterna transición.

Por lo que a nosotros incumbe y si la tecnología lo permite, serán bien recibidos todos los medios para combatir plagas, enfermedades y malas hierbas sin efectos secundarios de ningún tipo.

Buena campaña y ojo al parabrisas.

 

 

 

 

 

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