CARLOS GARRACHÓN ARIAS

AVAC

 

El Bar-Restaurante y cafetería estaba casi lleno. Alguien tenía un antiguo palomar, muy próximo al pueblo, que ya no albergaba pichones. Tras estudiar su posible destino y después de varias reuniones familiares, se decidió finalmente convertirlo en un conjunto, atractivo y turístico, Bar-Restaurante y cafetería. Hoy, tres años mas tarde, a través de sus grandes ventanales, mostraba un paisaje nostálgico, a medio camino entre campo y casas de adobe. Esos ventanales eran el emblema de la empresa familiar. Habían estado a punto de desaparecer por una discutida norma que costó mucho rebatir. Pero ahora lucían triunfantes, dejando ver  al fondo la enorme iglesia catedral.

 

Dentro del  recinto bullía el tránsito vacacional a la hora del vermut. Por el otro lado, juntos pero no revueltos, se finiquitaba la cosecha, con frecuentes “mano a mano” entre los peritos de Agroseguro y sus asegurados.

 

Fue Crovetto el culpable. No sé porque empezó a relacionar el PH con la agricultura  de conservación. Después fue González Fernández y otros que relacionaban la adición al suelo de materia orgánica con sensibles alteraciones temporales del PH en el mismo.

 

Desde entonces, mi objetivo prioritario se centró en estabilizar el PH dentro de una cifra razonable. Para ello investigué su valor en mis suelos. El veredicto se presentó entonces con un valor alto, oscilando entre el 8,2 y el 8,6 de PH.

 

El PH alto estaba contribuyendo en gran medida al bloqueo del Fósforo contenido en buena medida dentro del suelo. Además, por la estructura laminar de la arcilla no alterada por el arado, la potasa se veía retenida en cierta medida.

 

La guerra contra el PH estaba declarada y uno de los objetivos sería ese.

Empecé con el Nitrato amónico 33% y pronto quise acidificar aún mas, migrando hacia el Sulfato amónico; reacción ácida y Azufre añadido, casi regalado; así era el SA por aquel entonces.

 

Recrudecí mi particular contienda asumiendo que no podía enmendar el suelo en su totalidad (en realidad sí podía pero no me interesaba) el objetivo se centró en crear un microclima mas favorable a nivel raíz, con la vista puesta en el quiero y no puedo PH7. Tenía la certeza de que el 7 era una cifra harto utópica pero, para progresar, es necesario fijar objetivos y este se presentaba como la meta ideal.

Estaba apostado que sería capaz de introducir  un huevo de gallina a través de la botella de cristal sin romperlos; podría hacerlo, usando un ácido.

 

Simultáneamente y ya visceral con mi cruzada anti-cal, establecí otros frentes de batalla, esta vez contra el PH en el agua en los tratamientos. El objetivo se fijó esta vez en PH 5. Esta cifra acentuaba la eficiencia de algunas materias activas. Además formaba un caldo mas hostil contra algunos hongos y ciertos pequeños seres vivos que, si bien algunas veces no hacían daño físico apreciable, si podían, y esto era peor, ser portadores de virus que, a la postre, me acarrearían disgustos sanitarios en los cultivos.

 

El vinagre natural había salido al paso ocasionalmente varias veces a lo largo de la vida. Con él recuperaba la herrumbre mas antañona. El hecho de que se obtuviera desde un producto agrícola me gustaba. Había otros ácidos en el mercado pero éste era mas cotidiano, económico y natural. Un 0,2/100 lts bastaría para acercar el caldo a PH5. Natural para su uso como posible herbicida ecológico en varias concentraciones.

 

Había concebido la idea de crear un ambiente, explícito y hostil, con una intensa aplicación acida que sirviera de revulsivo para ciertos seres vivos, que considerarían inviable la habitabilidad del lugar.

 

El olor del acido acético es el de las antiguas tiendas de fotografía. Ese olor característico a foto. El de esas máquinas procesadoras del papel fotográfico cuando paraban el revelado en las pequeñas tiendas del ramo, para fijar definitivamente la imagen. Era  cuando las fotos, pasadas a papel, se tocaban en soporte fresco recién entregado a mano.

 

La tarde había sido dura, caminando de una linde a otra las parcelas bajo el injusto sol de las cinco. Contando plantas, contando espigas. Dos sequías en tres años son demasiadas. Además y a posteriori, la piedra tormenta, tormento, casi a diario. La segunda tasación será mucho mas sencilla, porque no quedará nada de valor.

 

Se reconocía a los personajes oriundos de aquel lugar que temporalmente reaprendían en sus propias raíces, de los habitantes que aún seguían en campaña y vivían de ella. Sus bebidas descansaban sobre la mesa.

Cerveza Maestra, doble malta, doble lúpulo para unos. Aquarius, clara y doble cero para otros.

OCIO Y NEGOCIO.

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